¿Has escuchado o te has dicho ante una desgracia que todo tiene un por qué o un para qué? … Te invito a que dejes de hacerte esas preguntas, que dejes de creer que todo forma parte de un plan universal y empieces a tomar control de tu vida y aproveches cada circunstancia buena o mala al máximo.
Cuando te dices a ti mismo, que todo tiene un porque, aunque no lo creas te estás poniendo en el papel de un simple peón en un juego de ajedrez, estás dejando al azar tu futuro, ¿pero cómo?, cuando creemos que hay un plan superior y que tienes que vivir la desgracia o situación actual para pasar a la siguiente prueba o recompensa, te pone en un estado mental de “va a pasar lo que tenga que pasar”, o la típica frase de “los tiempos de Dios son perfectos” … o en peores casos hay gente que se dice “seguramente en mis vidas pasadas hice algo muy malo”… ¿perdón?, pero todas esas frases son conformistas y peor aún, invitan a la no acción.
Lo que te propongo hoy es que en vez de preguntar el “¿por qué? o ¿para qué? suceden las cosas”, te hagas una simple pregunta ¿y ahora qué?, la idea de preguntarnos ¿que voy a hacer con esto?, de cuestionar cuáles son los siguientes pasos ante un circunstancia, nos invita en este simple hecho a sacar a la mente de un modo negativo de pensar y nos vuelve más prácticos, ante una situación que llevado al extremo, pone en riesgo la vida de alguien. Hay dos tipos de personas: las que se pasman y no necesariamente por el miedo, sino porque empiezan a buscar culpables o porque simplemente su mente se bloquea… o las que en segundos están llamando a la ambulancia, esto es porque sus mentes en automático ofrecen soluciones.
Pero dirás, “no manches, pinchi chavalalo, si claro que actuamos, ¿qué tiene de malo pensar en que todo es parte de un plan divino” … podrán decir que “Dios nos manda pruebas” supongamos que tienen razón, que el universo les tiene preparado un maquiavélico plan y que ustedes son esa pieza en el rompecabezas, ¿por qué pensar que lo que tenemos que hacer es aceptar esos designios?, ¿qué no acaso tendríamos que actuar inmediatamente? y pensar ¿qué hago con esto?.
En lo personal me molesta cuando alguien me dice que todo sucede por algo, pero hablando de un fin y no del pasado; es decir, cuando asumimos que algo sucede porque algo en el futuro se dará gracias a esta desgracia, o a esta situación, estamos por consecuencia dejando de ver el verdadero problema: las causas de por qué estamos donde estamos.
Todos los males de la humanidad, han sido por ignorar las consecuencias de nuestros actos como especie, entonces, ¿cuándo vas a asumir tus actos, tus errores o tus aciertos? ah porque hablo en general de las malas circunstancias, pero mucha gente también cree que las cosas buenas que les pasan son porque “son bendiciones”, y no se detienen a pensar qué hicieron para llegar ahí. No podemos aprender de lo bueno y seguir mejorando, sí siempre asumimos que “por algo suceden las cosas”, ¡DESPIERTA CARAJO! las cosas buenas y malas suceden por consecuencia de nuestros actos, entonces deja de preguntarte ¿por qué a mí? y más cuando no quieres asumir la culpa, ¡créeme!, es más rápido si mejor te preguntas ¿ahora qué? , ¿cómo hago para tener más éxitos como este?, ¿ahora qué meta sigue?, ¿y ahora cómo resuelvo este problema?, ¿y ahora por dónde empiezo?.
Últimamente he leído libros sobre la segunda guerra mundial, especialmente historias de sobrevivientes a los campos de concentración y hay un libro que me gustó mucho porque habla precisamente de este tema, la Bailarina de Auschwitz escrito por Edith Eger, es una historia poderosa y con un mensaje claro de la importancia de la resilencia, esta capacidad que podemos desarrollar para salir adelante de nuestros problemas, te invito a que lo leas y dejemos de buscarle 3 pies al gato y sigamos tomando cada día más control de nuestras vidas.
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