Como humanos en las últimas décadas nos han vendido la idea de que merecemos todo, que todos somos “especiales”, que la vida está esperando que le pidamos cosas y nos dará todo, que cuando deseamos algo con el corazón el universo conspira para que se nos dé… pero simplemente así no funcionan las cosas.
El problema con creernos especiales, únicos e irrepetibles, es el hecho de que alimentamos nuestro ego, ponemos una barrera ante los demás que nos hace creer que nadie tiene derecho a decirnos que estamos mal, nos etiquetamos y simplemente decimos “así soy, si no te gusta ni modo”.
Podemos ser muy buenos en algo, quizás eres un experto, podrías tener maestrías y doctorados en algunos temas, pero habrá mil temas en los que simplemente seas bastante malo.
Como resultado de creernos expertos en un tema, dejamos de aprender, decidimos alimentar nuestro ego día con día y este empieza a crecer. Queremos dar cátedras a los que consideramos “ignorantes”, y nos negamos a recibirlas. Hace poco escuché a un conferencista que afirmó muy orgulloso “¡yo no voy a conferencias, yo las doy!” y esta es la mayor evidencia de arrogancia y un claro ejemplo de cómo limítanos el crecimiento de nuestro cerebro. Simplemente me resulta una estupidez.
¿Por qué? es simple, si a tus 20, 30, 50… u 80 años crees que no tienes nada más que aprender de un tema, en ese momento te conviertes en un mediocre. Y lo peor es que trasladamos esa etiqueta en particular a ¡todo en la vida!, no chinguen.
Hay miles de temas, actividades, habilidades que simplemente no dominamos. En las cuales somos pésimos, simplemente mediocres. Y si nunca lo aceptamos jamás vamos a mejorar, es por eso que se dice que “las grandes metas, las logran los inconformes”, por eso los grandes sueños los alcanzan los rebeldes, los curiosos, los que llevan su pasión a límites a donde el promedio no quiere llegar, donde a muchos la etiqueta de “soy bien chingón”, los detiene.
En lo personal tengo un mantra, la famosa frase “solo sé, que no sé nada”, pues no metería las manos al fuego ni por mis propias creencias porque podría estar equivocado. Otra expresión que utilizo mucho para mantener a mi ego a raya es “solo soy un ser humano”, porque reconozco mis limitaciones, pero también busco ser mejor cada día.
El aceptar que somos simplemente humanos, que tenemos una tendencia natural de quedarnos en la zona de confort, que las etiquetas que nos ponemos son enunciativas más no limitativas, que todos tendemos a la ley del mínimo esfuerzo, reconocernos mediocres en un sin fin de cosas y que mientras haya vida podemos esforzarnos por aprender y desaprender, seremos capaces de alcanzar todos los objetivos que nos vayamos poniendo.
De este tema hay un libro en particular que me gustó mucho, que aborda el tema de las etiquetas y cómo simplemente debemos de erradicarlas de nuestras vidas.
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