Cuando me preguntan ¿entonces en qué crees? como diciendo “¡si no crees en Dios, estás jodido!”, bueno, quiero platicarles en qué creo y quizás les sirva de algo mi reflexión.
No hace mucho leí el libro Todo está Jodido, un libro sobre la esperanza que resultó ser un libro de todo menos esperanzador, pero me hizo darme cuenta de que no estaba solo en mi creencia; pues bien, mi respuesta a la pregunta es sencilla:
Creo en la capacidad del ser humano de aprender, de superarse, de crear, de materializar, en el poder de la mente, no en la ley de la atracción, sino en el poder del enfoque.
Creo en la libertad de expresión, de amar, de elegir y construir nuestro futuro, no creo que algo esté escrito, no creo en el universo como una fuerza ni conspiradora, ni creadora, creo que somos un accidente de la naturaleza, un bello accidente quizás; creo que el destino se construye, no se encuentra.
Para mí, no es necesario un Dios que te premie al final del camino para hacer el bien a los demás, incluso considero que si haces el bien sólo por ganarte el “cielo” en realidad no estás haciendo el bien; pero lo que sí es para mí real, es que el dar y hacer el bien es una de las cosas que mayor felicidad nos da, incluso lo dice la neurociencia.
Creo que la clave para ser feliz es que ames lo que hagas y no necesariamente hagas lo que amas.
Antes creía que era feminista, hoy simplemente me considero humanista, creo en la equidad de géneros, en la igualad de los derechos humanos y que es trabajo de todos generar oportunidades para los que están alrededor de nosotros.
Creo que el ser humano puede reponerse a toda adversidad, que la resilencia es nuestro mejor aliado, que no importa cuánto te golpee la vida, siempre podrás volver a empezar, que no importa cuántas veces caigas, mientras aprendas y que puedas volverlo a intentar.
Considero que la vida se compone de recuerdos, que al final del camino los únicos momentos que prevalecerán y trascenderán son en los que hiciste algo por alguien.
Nuestro legado es simplemente las enseñanzas que les dejamos a los demás, la felicidad que dimos y las vidas que pudimos cambiar.
¿En qué hay que tener fe? Simple, en nuestra capacidad personal de cambiar aunque sea nuestra vida, nuestro entorno y las vidas de quienes están con nosotros. ¿Te atreves?
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