A veces creemos estar haciendo muchas cosas por los demás, damos dinero, ayudamos a cualquiera que necesita ayuda, trabajamos extra para tratar de satisfacer las necesidades de otros, pueden ser familiares o no, incluso, en ocasiones, el tema de ser un gran empresario, con una gran causa, tener esos ideales tan “nobles” de ayudar a cientos o miles de personas, no son lo que aparentan.
Si bien, ya he hablado de cómo el ego puede ayudarnos a lograr nuestros objetivos, también es cierto que nos puede llevar a una espiral un tanto peligrosa y puedo hablar abiertamente del tema porque creo me ha tocado lidiar con más de una de ellas…
El tema es el siguiente, cuando queremos ayudar a los demás ocurren dos cosas, nuestro cerebro produce hormonas de felicidad, es decir, está comprobado que somos más felices al dar a los demás, hasta ahí va bien, pero creo que lo que no nos dicen es que parte de esas hormonas de la felicidad también se segregan por autosatisfacción y quizás aquí es donde está la trampa, si bien somos felices dando a los demás, resulta que cabe la posibilidad desde mi perspectiva que esa hormona se segregue quizás en alguna fracción, por el tema del reconocimiento que se nos da por el acto en sí, es decir, por vanidad o ego.
¿Y qué pasa con esto? Pues queremos más, no solo por vanidad, ojo, es algo curioso, si por dar a los demás soy feliz, pero cada vez que doy, además recibo un incentivo adicional que viene de mi ego, de ese reconocimiento que me dan, entonces las cosas se empiezan a complicar cuando esa sensación empieza a ser más constante.
Entonces el ego empieza a ganar terreno, pero tiene un precio, cada vez la gente se acostumbra más a que demos, se va perdiendo el efecto de “wow, que bueno eres” y pasa a ser tu responsabilidad, entonces, haces algo más grande, y ojo, creo que esto no es consciente, creo que me he dado cuenta que a pesar de ser en teoría consciente de esto, en la vida práctica pasa por alto y cuando te das cuenta te vuelves adicto a ese reconocimiento. Quieres dar más para obtener el elogio, el aplauso.
El ego se esconde de muchas formas, el tema es siempre estar conscientes de que la trampa está ahí, que debemos de tener cuidado y preguntarnos si al dar, no estamos pasando incluso por encima de nosotros mismos, porque aunque parezca contradictorio el ego se viste de altruismo, porque es más gratificante para él el elogio de los demás que la auto satisfacción… ¿qué contradicción no?
Ahora que eres consciente de esto, ¿qué cambios deberías de empezar a hacer?
Créditos:
Imagen: Freepik.com | Usuario: @jcomp