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La ‘Devolución’ de Responsabilidades: Cuando Dios se Vuelve Scapegoat

“Si es para mí, se va a dar”. “Si Dios quiere”. ¿Cuántas veces no hemos escuchado o incluso dicho estas frases como si fueran la salida fácil a nuestras encrucijadas? Pero aguas, ¿no será que estamos jugando al tiro al blanco con nuestras responsabilidades, esperando que algún ser celestial las ataje por nosotros?

Aquí no se trata de si crees o no crees en Dios; se trata de no esconder las manos y echarle la culpa a lo divino cuando las cosas se ponen color de hormiga. Es como aquel compa que siempre le echa la culpa al árbitro por no meter el gol. No manches, si te la pasas pidiendo señales divinas para cada decisión que tomas, ¿no será que te da miedo enfrentar las consecuencias de tus propios pasos?

En un artículo del Lewis Center for Church Leadership, se habla sobre la ‘ineficiencia calculada de Dios’ y cómo la deidad prefiere actuar a través de agentes humanos imperfectos en lugar de hacer todo el chamba él mismo​​. Pero ojo, eso no significa que debemos lavarnos las manos y dejar todo “en manos de Dios”. No se trata de eficiencia, se trata de madurar y ponernos las pilas.

Según Mila Roggero de Publen.com, dejar todo a la intervención divina nos puede volver pasivos y conformistas, esperando milagros en lugar de actuar para resolver nuestros problemas​​. Así, terminamos como el que espera que le caiga el aguinaldo del cielo sin trabajar. La neta es que si no tomas las riendas de tu vida, nadie más lo va a hacer por ti.

Y vamos a poner un ejemplo clarito: ese dicho de “Dios proveerá” no puede ser la excusa para tomar decisiones financieras a lo loco. Imagínate que te gastas la lana en una fiesta épica esperando que el de arriba te mande más varo porque sí. No, eso no es tener fe, eso es ser irresponsable.

Entonces, ¿qué onda con nuestro famoso libre albedrío? Si de verdad existiera un dios tan entrometido que decide hasta si te toca verde o rojo en el semáforo, entonces ni tu vida es tuya. Pero aquí entre nos, la mayoría sabe que la vida es una chinga y que nadie más va a vivirla por ti.

Para cerrar, te invito a que le des una pensada a esto: la próxima vez que quieras echarle la bolita a lo divino, pregúntate si no estás nomás buscando cómo safarte de la bronca. La vida es nuestra, hermano, y las decisiones y sus consecuencias también. Así que mejor a echarle ganas, a hacerse cargo, y a dejar de esperar que alguien más arregle el desmadre que uno mismo hace.

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