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¡Piensa cosas chingonas, no te jodas!

Muchas veces subestimamos el poder de una simple idea que nos pasa por la mente, un pensamiento como “nunca me sale nada bien” o “solo falta que me orine un perro”, las típicas frases “soy un inútil” o “¡ah, no manches, qué pendejo estoy!”; pero te voy a explicar el problema y por qué no debes de permitirte este tipo de juicios, pues aunque no lo creas, joden por completo nuestras vidas.

El cerebro es antes que nada un órgano desconectado de la realidad, su única forma de conocerla es a través de lo que los ojos ven y el cómo él interpreta esos estímulos; es decir, todo lo que capta, lo traduce en imágenes que han sido “maquilladas” con un filtro, tipo los que usamos en Instagram, con la finalidad de descartar o acentuar lo que le interesa a él. El inconveniente es que muchas veces el resultado no necesariamente es para hacernos sentir bien, ¿por qué?… Bueno, porque el cerebro sólo busca evidencia de lo mismo que ya cree, entonces si tenemos la idea de que “somos unos inútiles”, él buscará pruebas para recordárnoslo y reforzar en nosotros esa creencia.

Es aquí donde radica el dilema: resulta que para todo convencimiento, siempre habrá un sustento. Un ejemplo sencillo que nos hará entender mejor, es cuando estamos buscando comprar un carro, que nos gusta cierto modelo, y a partir de ese momento notamos en la calle muchos más coches como el que queremos; lo que hizo nuestro cerebro fue ofrecernos más de lo que buscamos.

Así pasa también con las embarazadas, por ejemplo, si estás pensando en tener un hijo, de pronto te percatas de que hay muchas mujeres a tu alrededor en esa condición, o aunque no necesariamente tú quieras tener un bebé, simplemente si alguien muy cercano a ti lo está, el efecto es el mismo.

Por lo tanto, cuando aceptamos un condicionamiento que nos hace sentir mal, nuestro cerebro se fijará en todos esos detalles que pueden confirmarlo, te señalará cualquier error que cometas o incluso podrá provocarte nuevas equivocaciones con el fin de demostrarte que, efectivamente, “eres un pendejo”.

Pero, ¿qué no el cerebro debería de funcionar en positivo? ¿A poco su trabajo es chingarte? La realidad es que para él no hay positivo ni negativo, sólo interpretaciones. Debemos de comenzar a ser conscientes de ello, con la intención de reemplazar estos pensamientos limitantes, por pensamientos inicialmente más neutrales, y una vez que se dominen, pasar a creencias que lo que busquen sea tu crecimiento exponencial.

Un ejemplo peculiar es la afirmación “nunca voy a bajar de peso” y por eso seguimos comiendo sin medida, luego viene la culpa, el auto-reclamo, volver a intentar y fallar nuevamente; y dirán, “ni madres, yo me he dicho mil veces que bajaré 10 kilos y nunca funciona”. Lo difícil de brincar del extremo negativo al positivo, es que nuestro cerebro siente mucha ansiedad, estiramos tanto la liga, que se esforzará mucho más para que fallemos. ¿Cómo resolver esto? Inicia sustituyendo las ideas con formas más neutrales, algo que no le diga al cerebro que tiene que trabajar demasiado, por ejemplo: “sólo por hoy intentaré comer sano”, “este día probaré alimentarme de forma saludable”; por eso los Alcohólicos Anónimos utilizan la frase de “un día a la vez”, porque entienden el poder de este pensamiento (en la entrada de “tips para engañar a la mente” pueden buscar un poco más del tema).

Entonces, si empezamos a generar pensamientos chingones, porque no les llamaré positivos, nuestro cerebro buscará evidencias que los corroboren: cambiemos el “no puedo” por “lo estoy intentando”, el “siempre me sale mal” por “cada error es una lección”, el “nunca lograré nada” por “alcanzaré cualquier objetivo con el que me comprometa” y entonces veremos cómo surgirá un cambio en nuestra forma de percibir y de vivir la vida que nos acercará a nuestros objetivos.

¿Quieres intentarlo? Deja aquí tu comentario de qué pensamiento empezarás a cambiar…

Créditos

Imagen: Freepik.com | Usuario: @asier_relampagoestudio

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