Para no perder la bonita costumbre, les podría ahorrar la lectura y simplemente decirles: “¡No!, no somos conscientes de todo y nunca podremos serlo al 100%”… pero como sé que van a seguir leyendo para conocer el por qué… ¡empecemos!
Una curiosidad que he mencionado con anterioridad es que nuestro cerebro produce 60,000 pensamientos en promedio al día, de los cuales no solo debemos aceptar que somos conscientes de una pequeñísima parte, sino que además debemos entender que esos pensamientos se generan de acuerdo con modelos mentales que aprendimos a temprana edad y ya nunca los cuestionamos.
Por extraño que parezca, nuestro cerebro tiene la maravillosa función de “eco-mode” es decir, ahorrar la mayor cantidad de energía posible, por lo que muchas de las decisiones que tomamos son pensando en no esforzarnos más de lo necesario, y para ello nos ponemos en piloto automático; así decidimos gran parte de nuestras acciones al día, nuestro cerebro toma decisiones en automático.
Hay estudios muy interesantes que aseguran que nuestro cerebro ha tomado la decisión de, por ejemplo, beber un vaso de agua cuando tenemos sed segundos antes de que seamos “conscientes” de tomar el vaso. ¿Cómo? Sí, tal cual, nuestro cerebro decide segundos antes lo que hará antes de que “pensemos” a nivel consciente en hacerlo, ¿por qué? porque esa decisión fue tomada de forma subconsciente y es enviada posteriormente a nuestro consciente.
“¿Pero qué estás diciendo?” ¿Recuerdan la película “Minority Report”, donde unas maquinas podían predecir que una persona cometería un delito días antes de que lo cometiera?, bueno, hay teorías en la neurociencia que hablan de esto, no con días de anticipación, pero sí plantean la posibilidad de que muchas decisiones una vez tomadas en el subconsciente, el consciente solo actúe como ejecutor del comando.
Esto tira por la borda la idea del “libre albedrío”. ¿Por qué? bueno, les dejo el link a la entrada de ¿Somos libres? donde hablo más del tema.
Pero continuando con el tema de hoy, si en realidad no somos libres, por lo tanto, tampoco podemos decir que seamos plenamente conscientes de nuestros pensamientos y menos de nuestros actos.
Y me podrían decir “bueno, pero de las cosas importantes soy consciente”. Vamos a analizar un poco también estas decisiones, si nuestro cerebro, literal, decidió a nivel subconsciente antes, ¿cómo podríamos asegurar que fuimos conscientes?
Una de las formas con las que más me gusta explorar esto son las preguntas retóricas, los famosos “¿por qué?” – aunque hoy en día prefiero el “¿para qué?”. Entonces, si tomamos una decisión tomada y hacemos 8 veces esta última pregunta, podríamos descubrir una serie de respuestas que no sean incluso del agrado de nuestro yo “consciente”.
Ahora bien, dirán, ¿pero que no mi subconsciente toma la mejor decisión por mí? total si ya somos inconscientes, pues dejémoslo así ¿no?, ¡todo está perfecto!
Freud dice que nuestro “superyó” nos protege de tomar malas decisiones, incluso cuando estamos bajo efectos de la hipnosis. El problema del “superyó” es que no puede saber qué es bueno o malo, porque solo puede consultar una cantidad limitada de información, toma la mejor decisión al alcance y con el menor consumo de energía. Caray… entonces además de basar nuestras decisiones en modelos mentales que aprendimos cuando teníamos 5 años por ejemplo, ¡nuestro cerebro decide no esforzarse! ¡Qué chingadera! ¿no?
Esta función de piloto automático es de lo más evolucionado que tiene nuestro cerebro, no nos peleemos con ella, el tema es cómo ser más conscientes. Una manera es preguntarse el ¿para qué? a las decisiones que vamos tomando. Esto aplica a decisiones importantes, ¿ok? Sería ilógico preguntarnos ¿para qué voy a comer? o ¿para qué voy al baño? El punto es que cuestionemos cosas como ¿para qué me cambiaría de empleo? ¿para qué quiero lograr esta meta en mi vida?
Y entonces, cuando empezamos a cuestionar incluso nuestro propósito en la vida, empezaremos a tomar consciencia de lo que hacemos. Si definimos el camino conscientemente, nuestro piloto automático se encargará de que tomemos las decisiones alineadas a nuestros objetivos, por esto es que funcionan los tableros de visualización.
Te invito a que hagas este ejercicio de consciencia, empieza a cuestionar, simplemente aprende de ti, de tus modelos mentales y cuestiona todo, quizás aprenderás algo nuevo que te permitirá alcanzar tus metas.
Como siempre… ¿te atreves?
Libros recomendados
Créditos
Imagen: Freepik.com | Usuario: @nensuria