Hubo un momento en mi vida que deje de dormir pensando en “trascender”, queriendo hacer algo para ser recordado por generaciones y generaciones, que mi nombre estuviera en una placa, que se hablara de mi por muchos años después de mi muerte…. y quizás muchas personas hoy tengan la misma idea, está bien, pero a mi me dejó de funcionar como motivación, pasó a ser 100% ansiedad y dejo de ser algo bueno…
Mi viaje para definir un nuevo significado de trascendencia comenzó cuando tomé un curso de coaching de vida, en él, empecé a tratar de ver un propósito de vida distinto a “trascender con un nombre y mi foto en una pared”, realmente… entendí la teoría, pero no lo sentía real.
¿Entonces que chingados?… fue lo que pensé, mi ego seguía queriendo su pinchi foto, sus pinchi mil reconocimientos, la ansiedad seguía ahí…
El cambio creo que empezó con un libro: Sapiens, “no chingues chavalalo, un libro como …. te va a cambiar la vida?”, bueno, debo de reconocer que un solo libro no cambio mi vida, pero sembró la semilla:
“TE VAS A MORIR, TODOS LOS QUE CONOCES SE VAN A MORIR… Y EN 10,000 AÑOS NI HUMANOS EXISTIRÁN”
Ahí me cayó un veinte, como dicen, puedes llegar a ser un Sócrates, un Platón, Einstein o Steve Jobs, pero eventualmente todos vamos a ser borrados de la faz de la tierra, entonces ¿para qué tanta chingada ansiedad de ser reconocido y recordado por generaciones futuras?
Empecé a tratar de definir mi propósito en la vida y hoy va más o menos así:
“Ayudar a cuantas personas pueda, ser la mejor versión de mí, disfrutar el proceso y vivir al máximo”
Este propósito de vida me dio realmente paz, me liberé de mi ego que me decía cada día que aún mi nombre no estaba en una placa de acero, me centré en lo que realmente me gusta, ayudar a los que me rodean, ser un generador de cambios, vivir el presente, con la vista hacia adelante, pero sin perderme la oportunidad de disfrutar lo que hago.
Hoy mi propósito me permite encausar mis acciones, buscar ser mejor para poder ayudar a más personas, me invita a prepararme día con día, no dejar de soñar en grandes hazañas, pero ya sin quitarme el sueño, mi epitafio hoy, mañana y en 100 años podría decir lo mismo:
“Chavalalo, ayudó a cuantas personas pudo, disfrutó el camino, amó y fue amado”
Con eso podría irme en paz, ¿tú?
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